martes, 3 de septiembre de 2013

¿El gran salto?


Hoy me he lanzado al vacío. Así, tal como suena.

 
En mi empeño de poder tachar de la lista de “cosas que hacer este año  el practicar algún deporte, y (todo sea dicho) después de un par de semanas en el gimnasio, he dado el gran salto.

 

Y menudo batacazo.

 

La clase en cuestión se llama Zumba, aunque podrían denominarla “Tumba” porque es lo que he necesitado hacer nada más salir (estar tumbá).

Era la primera vez que iba a esta clase y, por si algún@ tenéis en mente acudir y, ya que los cabritos del gimnasio no dicen na de na, os daré unas sencillas recomendaciones:

Clase de zumba:

Necesario agua y una toalla.

Indispensable un mínimo de coordinación.

 


¿Imagináis que me ha faltado además del agua?






Elemental.






Por lo visto al nacer a alguien se le olvidó repartirme el don del ritmo.




No sé si la profesora es un androide que han montado basándose en Shakira, Michael Jackson y todos los alumnos de Fama juntos o qué, pero… ¡cómo baila! Viéndola a ella ¡parecía todo tan sencillo!

 

Creo que mi problema es de tipo neuronal, que mi cuerpo no pillaba lo que mi cerebro le decía, porque este no paraba de gritar: HAZLO ASI DE BIEN! MUEVE ESAS CADERAS! OE OE OE!! Pero… no ha habido manera.

Mis manos y mis pies van a su bola y pasan de ponerse de acuerdo.

A pesar de mi coreografía (estilo pato-mareao), he disfrutado con la música, sudado un montón y me he reído a más no poder cada vez que me miraba en el espejo.



Entonces… que me quiten lo bailao!

 
 
 

Ahora se plantea la siguiente pregunta.

 

¿Volveré?

 

Pues creo que no.

 

¿Por qué?

 
Porque al nacer si me dieron (y doble además) el sentido del ridículo y no sé si encontraré el valor suficiente de volver a la clase.

 
P.D: que vigilen más lo repartos de virtudes en el nacimiento.
 
P.D2: Si me lee el/la que se llevó mi sentido del ritmo que me lo devuelva que yo le doy todo el del ridículo todo enterito.

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