29 primaveras
Hoy es un día de esos que pueden
llegar a ser raaaros raaaros, por la cantidad de sensaciones enfrentadas que
vienen y van dentro de mi cabeza.
Mañana es mi cumpleaños, y es la única
vez en toda la veintena que me paro a respirar y reflexionar un poco sobre el
tema.
Cuando pasas de 19 a 20, realmente
lo estás deseando “como mola tener ya 20!” (Pensaba yo)
Y, una década después pienso: “¿molará tanto
tener 30?”
Sé que aún me queda un añito (y
un día) para eso, pero en mi tarta de cumpleaños ya nunca más habrá un patito
presidiendo y eso, imagino que no solo a mí, da un poquito de miedo.
Reflexiono sobre mi vida hasta
ahora (espero que sea solo un tercio de ella) y, la verdad, puedo sonreír de
oreja a oreja hasta que me duelan todos los músculos de la cara. Pero...
¿Qué queda por venir? “Lo mejor”,
dice todo el mundo con el que hablo (obviamente más mayor) y prefiero compartir
la opinión de toda esa gente, por la cuenta que me trae.
De los 30 en adelante somos
mayores, pero de verdad, muchas más responsabilidades y obligaciones se nos
vienen encima, pero también más madurez, serenidad y fuerza para tirar
pa´lante.
Bueno, en un añito (y un día) ya
me preocuparé de esos menesteres, ahora me voy a centrar en exprimir mis 29.
Hasta el día de hoy tengo casi todo lo que podría desear, y a riesgo de quedar
como una avariciosa asquerosa hay una
cosa que aún me haría más feliz.
Así que ya tengo pensado mi deseo
cuando sople las velas.